Con el objetivo de promover la diversificación productiva y potenciar la agricultura regional, el Centro de Bioinnovación de la Universidad de Antofagasta (CBIA) ejecutó durante alrededor de dos años un ambicioso e innovador proyecto orientado a desarrollar el cultivo de arándanos junto a la Cooperativa de Campesinos Atacameños Lickanantay de Toconao, a partir de la aplicación de estimulantes basados en procesos de biotecnología de microalga.
Según detalla la investigadora de la UA y directora del proyecto, Ph.D. Loreto Cavieres, “en el Centro de Innovación (Campus Coloso UA) plantamos 130 especies en un invernadero que construimos especialmente para este proyecto y 420 plantas en Toconao, de la especie Emerald y Flicker, variedad que fueron obtenidas desde viveros mediante mejoras genéticas, característica importante, porque se adaptan a las condiciones climáticas de la zona y pueden ser mucho más productivas, ya que los requerimientos de frío de la variedad, debido a esta mejora genética, es bajísima”.
En este sentido, la científica manifestó su satisfacción por los resultados del proyecto, “en estos dos años ya de cultivo, hemos logrado que esta variedad sea productiva acá en la región, con resultados positivos, en cuanto al tamaño y consistencia del vegetal y fruto”.
Esta iniciativa financiada por el Fondo de Innovación Agraria (FIA) surge a partir de los lineamientos trazados por el CBIA para desarrollar ciencia aplicada y buscar soluciones a problemáticas regionales, siendo una de las líneas de estudio el tratamiento de aguas residuales con microalgas y producción de bioestimulantes para su aplicación en una diversidad de vegetales (entre ellos el arándano).
En tanto, el director del CBIA, Dr. Carlos Riquelme Salamanca, explica que “ha sido un largo camino desde que se pensó la idea hasta que se materializó y ha sido bastante exitoso y pensamos que puede ser el puntapié inicial para ir diversificando la economía regional con nuevos productos, porque hemos comprobado la potencialidad del uso de microorganismos”.
En el seminario de cierre de proyecto, investigadores del CBIA e invitados especiales presentaron una serie de ponencias enfocadas en la utilización de microalgas como materias primas en la formación de sustratos en la agricultura, especialmente en zonas áridas o con escasez hídrica.
El desarrollo de técnicas avanzadas que demanda esta iniciativa y su valor agregado, fue destacado por el seremi de Ciencias, Cristian Cuevas Vega, “este proyecto es un claro ejemplo de cómo la ciencia y la tecnología pueden ser motores para diversificar la matriz productiva en el país, y en particular en nuestra macrozona. Acá se transforman los desafíos ambientales como la desertificación, por ejemplo, en oportunidades para el progreso territorial”.
Tras el fin de la etapa de pilotaje del proyecto, se espera que, a partir de la transferencia tecnológica, los agricultores incluyan el arándano dentro de los cultivos y la región comience a producir este vegetal para la venta en el mercado local y nacional.