El suministro eléctrico es crítico para diversos procesos industriales y para las comunidades, pues sin electricidad retornaríamos al siglo XVIII; sin comunicación, sin asistencia médica y sin agua, debido que para potabilizar y transportarla es necesaria la electricidad.
Por esta razón para mantener el suministro eléctrico debemos pensar en tres pilares fundamentales; seguridad, flexibilidad y costos. Hoy, nuestra región podría alcanzar el 100% de energías renovables, pero si no mantenemos los tres pilares equilibrados podríamos generar una inestabilidad en el sistema eléctrico con pérdida o restricción en el suministro.
Por este motivo debemos avanzar hacia una transición energética paso a paso, manteniendo la seguridad, flexibilidad y costos para descarbonizar la matriz hacia fuentes limpias. Hoy debemos incluir la sostenibilidad, para que el desarrollo produzca los mínimos impactos ambientales, respetando la normativa chilena.
Hoy, la normativa y las condiciones de operación de sistemas industriales consideran alternativas energéticas que minimicen la pérdida de suministro de electricidad y así evitar pérdidas económicas en la producción. Las alternativas con la conexión eléctrica redundante (otra línea de transmisión o distribución para alimentar la planta) y un sistema de generación de energía eléctrica autónomo para abastecer el consumo, a lo menos, por un periodo días o meses dependiendo del tipo de falla probable.
La elección de estas alternativas dependerá del costo y criticidad del suministro a ser cubierto. Las tecnologías más comunes son grupos de generación a diésel. No obstante, hoy existen sistemas fotovoltaicos con bancos de baterías para suplir o complementar la demanda de energía eléctrica.
Contingencia
La situación que vivió la comuna de Antofagasta por la pérdida de operación de la desaladora nos lleva a repensar y preguntarnos ¿existía un grupo de generación de emergencia? ¿Cuánto cubría este grupo de generación? ¿Por qué no operó? ¿Por qué no existía otro punto de conexión eléctrico redundante a la desaladora? ¿Por qué se estaba trabajando en zonas de líneas soterradas? ¿Estaba demarcada la zona?
Dentro del proceso de investigación deberán aclararse las causas reales de la falla y sus impactos económicos y sociales para la población y el comercio local. Respondiendo, se debe revisar si la normativa considera la obligación, para la infraestructura crítica, de tener una doble alimentación eléctrica, en caso de no existir esta obligación, debería modificarse la normativa de manera urgente para que quienes operan esta infraestructura realicen las inversiones necesarias.
Catástrofes
Otro punto relevante son las catástrofes naturales que pueden afectar la infraestructura crítica, donde la solución completa a cortes de suministro será de mediano y largo plazo. Esto nos hace pensar si debieran existir suministros de generación distribuida (generación eléctrica cercana al consumo) para mantener la operación del servicio y disminuir el impacto en la comunidad.
Esto puede realizarse con energía fotovoltaica desconectada de la red, pero actualmente tienen un precio elevado en comparación a la energía suministrada por la distribuidora de energía eléctrica. Por eso, debemos reflexionar ¿qué precio tendría la energía y el agua en situaciones de pérdida de suministro por catástrofes naturales?
Ya superando, aparentemente el problema contingente, desde la Universidad de Antofagasta planteamos la urgencia de crear una mesa público-privada para abordar esta situación. Eso nos demanda la comunidad, y no sólo de Antofagasta, sino que de todas las zonas donde la desalación es hoy la fuente principal de abastecimiento.